El Center for Global Development ha publicado una vez más su Índice de Compromiso con el Desarrollo (Commitment to Development Index, CDI), en el que se evalúa a los países ricos según el potencial pro-pobre y pro-desarrollo de sus políticas públicas. En el índice de 2013 España queda en la posición 16 de 27, que no está del todo mal. Pero el informe de país detalla un poco más las virtudes y vicios de nuestras relaciones con países en desarrollo:
España es recompensada por las políticas que fomentan la inversión en países pobres y la transparencia financiera. También ocupa un puesto por encima de la media por fomentar la innovación tecnológica nacional y la difusión de los avances tecnológicos en el extranjero. No obstante, la puntuación de España disminuye por sus pobres prácticas como donante, pues se encarga de una proporción muy pequeña de los refugiados durante emergencias humanitarias, elevados subsidios a la pesca y realiza pequeñas contribuciones económicas y de personal a operaciones de seguridad sancionadas internacionalmente.
Las limitaciones españolas son sospechosos habituales: en este mismo blog y en esglobal ya he escrito sobre la ineficiencia de la ayuda al desarrollo española y sobre nuestra timidez en la participación en operaciones humanitarias y de seguridad. Pero nunca esta de más recordar que es éste un debate público en el cual el país aún no se ha embarcado.