El reputado thinktank sobre conflictos International Crisis Group publicó ayer una declaración sobre las implicaciones de un ataque militar por parte de Estados Unidos (y aliados) en Siria como respuesta al uso de armas químicas. Este pequeño resumen por parte de expertos en el tema puede servir para contrarrestar el inevitable ruido que circulará por los medios de comunicación estos días:
- No se conseguirá un consenso internacional, siquiera mínimo, por lo que el resultado de los inspectores de armas químicas de la ONU es irrelevante.
- El ataque puede desanimar el futuro uso de armas químicas por parte de otros gobiernos, pero al mismo tiempo puede radicalizar al gobierno sirio si teme por su supervivencia, o animar a algunos rebeldes a usar armas químicas y luego acusar al gobierno.
- Evidentemente, si el gobierno se siente amenazado desde fuera puede escalar la tensión y castigar más duramente a los rebeldes.
- La mayor involucración de otras partes (Hisbulla, Israel…) es posible pero no probable.
- El bombardeo americano puede no alterar el equilibrio de fuerzas sobre el terreno, o incluso fortalecer a un gobierno que sin duda sobrevivirá de una forma u otra a los ataques aéreos.
- Por último, con casi total certeza, un bombardeo socavaría los esfuerzos diplomáticospara detener el conflicto.
Todo esto no significa que el uso de armas químicas no sea una práctica inhumana y condenada desde hace casi cien años. Pero un ataque limitado como el que se planea no paliaría el sufrimiento de decenas de miles de víctimas inocentes que han muerto y siguen muriendo por medios más convencionales que nada tienen que ver con el gas sarín.
Como el conflictos de RD Congo, la guerra de Siria se ha vuelto demasiado grande y peligrosa como para que las grandes potencias se involucren directamente. Así que poco podemos esperar más allá de “intervenciones quirúrgicas”, financiación y armamento indirectos a los rebeldes, y gestos simbólicos orientados más al propio electorado que a la comunidad internacional.