Ya tengo billetes para el tercer país que vamos a estudiar como parte de nuestro proyecto sobre análisis de economía política en la ayuda al desarrollo: Bangladesh. A continuación: Todo lo que siempre quiso saber sobre un país que nunca conoció.
La República Popular de Bangladesh (Gônôprôjatôntri Bangladesh en bengali, la lengua oficial) es un país que se extiende sobre el delta del río Ganges, al este de la India. De hecho solía ser parte de la India cuando era colonia británica, pero a raíz de la independencia en 1947 se convirtió en la mitad oriental de Pakistán, el estado musulmán fundado por los indios que no querían someterse a una mayoría hindú. Separado de Pakistán Occidental por unos 1.500 km de territorio indio, Bangladesh se declaró independiente en 1971 tras dos décadas de marginación política y económica y una guerra civil en la que tuvo el apoyo de un oportunista gobierno indio.
Como Pakistán, Bangladesh es un estado mayoritariamente musulmán (90%) con partidos islamistas que hacen ruido de vez en cuándo; al contrario que en Pakistán, ni hay Talibanes ni terroristas de al-Qaida, aunque sí que hay algo de tensión entre los sectores más seculares y más conservadores de la sociedad. Bangladesh lleva dos décadas de relativa tranquilidad con una democracia parlamentaria más o menos estable, aunque con unos niveles de corrupción considerables.
La capital, Dhaka, tiene una población estimada de unos 15 millones (es imposible determinarla con certeza). Las 400,000 calesas tiradas por personas (rickshaws) que recorren sus calles la han convertido en la Capital Mundial de las Calesas; también se la conoce -según Wikipedia…- como la Ciudad de las Mezquitas.
Como decía, Bangladesh ocupa el territorio del gran delta Ganges y Brahmaputra, lo cual significa que un laberinto de ríos, afluentes y lagunas divide las tierras; el agua cubre un 6,4% del país, comparado con un 1% en España. También significa que cuando llegan las lluvias del monzón entre junio y octubre gran parte del país sufre riesgo de inundaciones.
A pesar de ser uno de los lugares más fértiles del mundo, la fragilidad medioambiental ha sido una de las causas de la pobreza persistente que aflige a los bangladesis. Otro factor es la superpoblación: 150 millones de habitantes a pesar de tener menos de 1/3 de la extensión de España, que no llega a 50 millones. La renta per cápita es muy baja, menos de $1000 al año. En el Índice de Desarrollo Humano del PNUD Bangladesh aparece en el puesto 145, con una esperanza de vida de 70 años y un 43% de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Pero todo esto hay que ponerlo en perspectiva. En los últimos 20 años la economía ha crecido a un ritmo del 5 o 6% anual, muy por encima de la media regional (y de países “ricos” como España). La esperanza de vida ha aumentado 10 años en la última década. Y el porcentaje de la población viviendo en la pobreza ha caído un 10%. Son estas cifras las que han dado lugar a la llamada “paradoja de Bangladesh”: el hecho que de el país haya logrado notables avances en desarrollo humano a pesar de tener una política ineficaz y corrupta.
Parte del crecimiento se debe a la industria de los textiles baratos. No hay más que mirar las etiquetas de las prendas de H&M o Zara: muchas provienen de fábricas en Bangladesh. Todo empezó con empresas extranjeras buscando mano de obra barata, pero los bangladesis -que son muy listos- copiaron los métodos de producción y se lo montaron por su cuenta. Eso sí, la industria local sigue siendo un desastre en cuestión de condiciones laborales, y se basa en edificios de construcción descontrolada que a menudo se derrumban con trágicas consecuencias, como ocurrió recientemente en Dhaka.
La otra industria por la que Bangladesh tiene una triste fama es el desguace de barcos, que las compañías navieras varan en las playas para que miles de trabajadores arriesguen sus vidas desguazándolos a base de martillo y soplete.
Por último, Bangladesh también ha recibido copiosas cantidades de ayuda al desarrollo, recientemente unos 1.500 millones de dólares al año. Los principales donantes son el Banco Mundial y el Reino Unido, que son precisamente las dos agencias de desarrollo que estamos estudiando en nuestro proyecto. Lo que pretendemos investigar es cómo reconcilian estos dos donantes la voluntad de ayudar a los bangladesis con la necesidad de evitar que los fondos se pierdan en el corrupto sistema del gobierno del país.
Esa es la pregunta que me llevará a Dhaka en el mes de septiembre.