¿Para qué sirven las Naciones Unidas?

Estos días en Nueva York se inaugura la sexagésimo séptima (67ª) sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas con el tradicional Debate General en el que presidentes y primeros ministros de todos los continentes (incluyendo el nuestro) darán breves discursos enunciando las preocupaciones e intenciones de sus respectivos países. Para los muy curiosos, existe un webcast que ofrece en vídeo las intervenciones de todos los dignatarios participantes. Para los menos curiosos, pero que a pesar de todo se preguntan qué pinta el preisdente Rajoy en Nueva York en estos tiempos de crisis, hoy voy a intentar responder a una pregunta muy frecuente: ¿Para qué sirven las Naciones Unidas?

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada en 1945 por los países victoriosos de la Segunda Guerra Mundial en un intento de evitar futuras guerras entre estados. Junto a organizaciones internacionales coordinando el libre comercio (la posterior Organización Mundial del Comercio), la política monetaria (Fondo Monetario Internacional) o el desarrollo de posguerra (Banco Mundial), la ONU formaba parte de un intento de institucionalizar las relaciones internacionales. En esos años se interpretó que las guerras de agresión lanzadas por la Alemania nazi y el Japón imperial fueron en parte el resultado de una gestión descoordinada e insolidaria de la Gran Depresión, y de un fracaso de la Sociedad de Naciones que había intentado gobernar la paz después de la Primera Guerra Mundial.

Así pues el principal objetivo de las Naciones Unidas siempre ha sido promover la resolución pacífica de disputas entre estados, es decir, evitar guerras. Y en ese sentido podría argumentarse que la ONU ha sido un sorprendente éxito, ya que la Tercera Guerra Mundial no ha llegado a materializarse en sus 67 años de existencia, a pesar de las increíbles tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la guerra fría. Sólo por el hecho de proporcionar un foro donde presentar y discutir disputas, defienden los internacionalistas, la ONU ha permitido que se enfríen las reacciones emocionales y se aclaren los malentendidos que normalmente acaban en tanques y trincheras. En realidad las Naciones Unidas hacen mucho más que promover la paz, dado que no son tanto una organización como un sistema que abarca organismos tan dispares como UNICEF, ACNUR, e incluso el FMI.

El factor más importante en la efectividad de la ONU es la cooperación entre países miembros. Como organización internacional sin autoridad propia ni financiación propia, la ONU hace tanto y tan sólo como sus países miembros quieren que haga. Y no todos los países miembros son iguales. En la Asamblea General cada uno de los 193 estados tiene un voto; es, junto, con la Organización Mundial del Comercio, una de las organizaciones internacionales más democráticas. Sin embargo, la Asamblea tiene un poder meramente simbólico, y desde su creación siempre ha estado supeditada a otro organismo de la ONU: el Consejo de Seguridad.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene 15 países miembros en todo momento: 5 de ellos son permanentes, y el resto van rotando cada 2 años y son elegidos por regiones (3 para África; 2 cada uno para América Latina y el Caribe, Asia y Europa Occidental; y 1 para Europa Oriental). Los 5 miembros permanentes, o “P5”, son los aliados vencedores tras la Segunda Guerra Mundial: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia. El Consejo es el único organismo internacional con verdadero poder político, y puede actuar en cualquier circunstancia que se considere una amenaza para la paz y seguridad internacionales. A tal fin puede imponer sanciones, autorizar misiones de paz de Naciones Unidas (de las que hay 16 en curso ahora mismo), e incluso crear tribunales criminales internacionales para conflictos internos (como los de Ruanda y la antigua Yugoslavia). El problema es que los 5 miembros permanentes poseen lo que se conoce como “poder de veto”: para adoptar cualquier decisión en el Consejo sólo hacen falta 9 votos a favor, pero un solo voto en contra por parte de un P5 automáticamente hace fracasar la votación.

El poder de veto en el Consejo de Seguridad es fundamental para entender “para qué sirven las Naciones Unidas”, puesto que en última instancia la verdadera respuesta es “para lo que toleren China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia”, es decir, para aquello en lo que puedan ponerse de acuerdo tres democracias capitalistas, una semidemocracia mercantilista y una dictadura comunista de mercado en tres continentes diferentes. ¿Por qué no interviene la ONU en Siria? Porque Rusia no quiere. ¿Por qué no intervino la ONU en Ruanda en 1994? Porque Estados Unidos no quería. ¿Por qué intervino la ONU tarde y mal en Darfur (Sudán)? Porque China no quería. En realidad las misiones de paz de Naciones Unidas suelen destinarse a aquellas crisis que no son importantes para los miembros permanentes pero en las que no tienen el más mínimo interés en embaucarse: Sur de Sudán, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Haití, Sáhara Occidental, o Timor Oriental.

La buena noticia es que las grandes potencias se han vuelto más tolerantes con el paso de los años (especialmente tras el fin de la Guerra Fría en 1991), y que la floreciente “sociedad internacional” se ha vuelto al mismo tiempo más exigente, tanto con la ONU como con los estados que la componen. Agencias de Naciones Unidas como UNICEF o ACNUR siguen desempeñando una labor encomiable. Las misiones de paz destacadas en algunos de los peores sitios del mundo consiguen inyectar un poco de seguridad y estabilidad a pesar de sus carencias de personal y equipamiento. Y el Consejo de Seguridad se ha convertido en el punto de referencia para cualquier crisis internacional. Muchos consideran que la guerra de Irak en 2003 representó un fracaso del sistema de Naciones Unidas; sin embargo, el hecho de que la administración de George Bush intentase por todos los medios ganarse la aprobación del Consejo de Seguridad puede interpretarse como un verdadero éxito de la idea y el espíritu de la ONU.

Así pues, ¿por qué va nuestro presidente del gobierno a Nueva York estos días? Justamente por el mismo motivo por el que las Nacones Unidas siguen existiendo después de 67 años: porque el mundo es un lugar mejor cuando los países deciden hablar antes que llegar a las armas.