La organización AidData ha publicado una encuesta de líderes y responsables públicos en países receptores de ayuda en la que se les pregunta si consideran que los donantes con los que trabajan son útiles, sirven de ayuda, o influyen sobre la agenda de desarrollo. El documento final está disponible online. Varios investigadores del Center for Global Development han decidido revisar los resultados en base al número de respuestas recibidos (por ejemplo, Luxemburgo aparece como el cuarto donante más útil, pero este resultado se basa solamente en 18 respuestas de un total de 6.731 participantes). Esta es una de las tablas revisadas por el CGD:
La Cooperación Española no sale mal parada en la encuesta, aunque los resultados tampoco son espectaculares, con los siguientes puestos en el ranking (resultados AidData/CGD):
- Utilidad (Usefulness):
- AECID: puesto 42/29 de 86
- Embajada: puesto 58/35 de 86
- Influencia (Agenda setting):
- AECID: puesto 32/28 de 86
- Embajada: 45/30 de 86
- Ayuda (Helpfulness):
- AECID: puesto 43/26 de 86
- Embajada: puesto 37/38 de 86
Lo que me resulta más interesante de estos datos es que para los responsables de países receptores la AECID es más útil e influyente que las embajadas. Esto es así tanto en la interepretación de AidData como de CGD, salvo por la disparidad de la tercera dimensión. Este hallazgo tiene todo el sentido del mundo, teniendo en cuenta que son los cooperantes los que se involucran más a menudo en políticas públicas. No obstance me sigue llamando la atención porque la AECID está subordinada al Ministerio de Asuntos Exteriores y, según se dice tanto en el terreno como en Madrod, los embajadores aún tienen una capacidad de influencia (y disrupción) notable sobre el día a día de la Oficinas Técnicas de Cooperación de la agencia.
Los datos en los que se basa la encuesta son ciertamente limitados, como lo es la metodología, pero algo tan sencillo como la opinión de los receptores debe hacernos recapacitar sobre el rol y la organización de la cooperación española bilateral. De la diferente valoración se pueden sacar dos conclusiones alternativas:
- Las embajadas – y en los diplomáticos – necesitan una mejor formación en temas de desarrollo para poder contribuir a la cooperación de forma más útil.
- Las oficinas de país de la AECID necesitan más autonomía respecto a las embajadas en el desempeño de sus funciones de cooperación.
De una forma u otra, la proliferación de organizaciones como AidData y la publicación de datos cada vez más fiables sobre donantes significa que la cooperación española oficial no se puede seguir ocultando tras las cifras de la ayuda: el desafío para la cooperación en el siglo XXI no es el dinero, sino la efectividad. Si no se pone las pilas, la cooperación española se arriesga a quedar como un donante secundario con escasa influencia en debates de desarrollo.