Estos días las noticias internacionales probablemente se llenen de imágenes y testimonios de la intervención militar de Israel en la franja de Gaza (operación “Pilar de Defensa”). Como en otras ocasiones, los informes tenderán a centrarse en datos sobre víctimas y cohotes, dibujando un panorama inevitablemente desequilibrado entre la potencia militar israelí y los insurgentes de Hamas. De lo que quizás no se hable es del coste psicológico y social que imponen las políticas del gobierno israelí a sus propios ciudadanos. No todos los israelíes (y por supuesto no todos los judíos) apoyan la ocupación de Cisjordania y el bombardeo de Gaza. No obstante, prácticamente todos los israelíes se ven obligados a tomar parte en ellas.
Las Fuerzas de Defensa de Israel mantienen un régimen de servicio militar obligatorio, según el cual los hombres israelíes están obligados a servir durante 3 años y las mujeres (en la mayoría de casos) durante 2. Existen varias exenciones a este servicio, principalmente relacionadas con una religiosidad judía conservadora, además de la referente a los israelíes árabes, quienes sólo sirven si así lo desean. Dado que las FDI son el componente externo de la seguridad de Israel, esto significa que la mayor parte de los ciudadanos habrán tenido que desempeñar labores militares en Cisjordania.
Una amiga israelí me descubrió los costes sociales y psicológicos que genera este servicio en el que se arroja a personas normales y corrientes a situaciones violentas y arbitrarias. La organización Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio) se ha propuesto hacer públicas las historias individuales cuya divulgación era hasta hace poco uno de los grandes tabúes de la sociedad israelí. Según la página de la organización:
Los soldados que sirven en los Territorios Ocupados presencian y participan en acciones militares que pueden cambiarles dramáticamente. Los casos de abuso contra los palestinos, el pillaje y la destrucción de la propiedad han sido la norma durante años, pero todavía se justifican como ejemplos extremos y muy infrecuentes. Nuestros testimonios dibujan un panorama diferente y mucho más sombrío, en el que el deterioro de los estándares morales se manifiesta el carácter de las órdenes y de las reglas de enfrentamiento y se justifica en nombre de la seguridad de Israel. Aunque soldados y comandantes israelíes conocen esta realidad, la sociedad israelí continúa mirando hacia otro lado y negando lo que se hace en su nombre. Los soldados retirados que vuelven a la vida civil descubren la distancia que separa la realidad que han encontrado en los Territorios y el silencio en torno a esta relidad que encuentran en casa. Para volver a ser civiles, estos soldados se ven obligados a ignorar lo que han visto y hecho.
La página web de Breaking the Silence tiene una biblioteca de testimonios grabados en vídeo, catalogados según categorías tales como “demoliciones de casas”, “abuso” o “controles de carretera”. Los vídeos (subtitulados en inglés) son estremecedores, y conmovedores en tanto que reflejan el sufrimiento de estos veteranos y su valentía por decir lo que nadie se atreve a decir. Aquí enlazo a uno en el que un hombre intenta expresar el trauma de recordar como civil lo que hizo como soldado, el sufrimiento de una madre a cuyo hijo de 15 años arrestó a su unidad militar sin llegar nunca a saber porqué, planteándose cómo reaccionaría su propia familia si alguien le arrestase a él sin dar ninguna explicación. “Te preguntas cómo se lo contarás a tu hijo”.