El Fondo Monetario Internacional (FMI) no sale de las portadas de los periódicos estos días. Hoy mismo nos enteramos de que su directora gerente, Christine Lagarde, recomienda que el gobierno España se tome más tiempo para reducir el déficit público. FMI son sólo algunas de las siglas que nos acosan estos días, junto a EFSF (ahora supuestamente ESM). Pero ¿qué representan estas siglas? ¿Qué conviene saber del FMI en estos días de crisis?
1. El FMI se creó en 1944 para evitar la Tercera Guerra Mundial. En serio. Para muchos líderes y analistas de la época una de las causas de la guerra había sido la Gran Depresión de los años 30, en particular la decisión de muchos países de salir de sus crisis económicas devaluando sus monedas para favorecer las exportaciones. Esta “devaluación competitiva” desató la anarquía comercial, animó rencores entre países, y sentó las bases para la consolidación del fascismo y el nazismo. La organización internacional que es el FMI se estableció para evitar que se repitiese este proceso.
2. El Fondo es el prestamista global de última instancia. Para evitar que los desajustes en la balanza comercial (exportaciones menos importaciones) se convirtiesen en desajustes monetarios, el FMI se creó como una reserva de dinero con la que asegurar que todos los países podían hacer frente a sus pagos internacionales. Ese dinero proviene de los países miembros de la organización, que ponen parte de sus reservas de divisas en manos del FMI para que pueda prestar a países deficitarios.
3. El FMI gana poder político en tiempos de crisis financiera y fiscal. El papel del FMI como prestamista ha evolucionado con las diferentes crisis internacionales, sobre todo en países en desarrollo: la crisis de la deuda africana de los 1970-90, la crisis de la deuda latinoamericana de los 1980, la crisis financiera del sudeste asiático, Rusia y Brasil en 1997-98, o la crisis de Argentina en 2001. En todos estos casos el Fondo ha prestado dinero a países que se veían incapaces de hacer frente a sus deudas, y que por lo tanto se habían convertido en amenazas para la estabilidad de la economía internacional. Esos préstamos, por supuesto, otorgan al FMI un inmenso poder político, lo que le permite establecer condiciones de política fiscal y financiera.
4. Los trabajadores del FMI son economistas con pasaporte diplomático. En su mayoría los expertos del Fondo son doctores en económicas por los departamentos más prestigiosos del mundo, especialmente en universidades americanas e internacionales que sigan la “ortodoxia” de las ciencias económicas. Por eso las recetas del FMI suelen ser siempre similares: menos déficit, liberalización de la economía, inflación baja, etc. De hecho, una de las acusaciones tradicionales a los informes y programas del FMI es que están todos cortados por el mismo patrón, sin prestar atención a la idiosincrasia de las condiciones locales.
5. Las predicciones del FMI a menudo se equivocan. Es muy conocido entre los expertos el caso de Corea del Sur en 1997: en primavera-verano el Fondo publicó una evaluación que aplaudía la estabilidad del sistema financiero coreano; en otoño dicho sistema se colapsó. Algo similar ocurrió en Argentina en 2001, cuando en cuestión de meses el país pasó de una evaluación positiva a una crisis financiera de proporciones bíblicas. Las raíces de esta equivocación vienen en parte dadas por las limitaciones de la ciencia económica: es extremadamente difícil predecir fenómenos sociales complejos como la economía de un país. Por eso se suele decir que los economistas son expertos en predecir el pasado.
6. En el FMI mandan los europeos desproporcionadamente. Christine Lagarde, la actual directora gerente del FMI, es una ex-ministra en el gobierno francés de Nicolas Sarkozy. El anterior director fue Dominique Strauss-Kahn (francés), que siguó a Rodrigo Rato (español), que siguió a Horst Köller (alemán), que siguió a Michel Camdessus (francés)… ¿Queda claro el patrón? El director gerente del FMI siempre es un europeo, al igual que el presidente del Banco Mundial siempre es un americano; es uno de esos acuerdos informales de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial que de alguna forma ha sobrevivido 70 años a pesar de no estar escrito en ningún sitio. Por supuesto los países en desarrollo, principales receptores de préstamos del FMI, llevan décadas quejándose de este arreglo. Otros argumentan que las mayores economías del mundo deberían tener más voz. Pero actualmente el poder de voto dentro del FMI se arregla según las contribuciones de los miembros, lo que permite a europeos, americanos y sus aliados seguir controlando el Fondo. Ahí se incluye al gobierno de España, por cierto, por lo que todo lo que hace el FMI se hace con nuestro voto.
Ya escribiré otro día sobre la relación del FMI con la zona euro, y si su participación en los rescates a Grecia, Irlanda y Portugal significa un fracaso de la moneda única europea.